17 sept 2013

PIMIENTOS VERDES-PERO QUE RICOS ERAN

 ERAN MIS TIEMPOS  de niño cuando de verano un vendedor de pimientos se acercaba a Beariz en el auto de linea.Al detenerse el vehìculo el revisor ascendìa a la vaca sobre la cual dos grandes cestas,alojaban en su interior pimientos de Arnoia.
  Aquel vendedor,que a su vez era hortelano  y productor,le vendìa a mi padre tan exquisito producto de su huerto que durante parte del año cuidaba con esmero para ofertarlo a su clientela, siguiendo  el recorrido  por el pueblo y su contorno hasta despachar  sus pìmientos y volver con las cestas vacìas a su tierra.
    Desde aquellas fechas siempre he sido adicto a los pimientos. Y si estos me agradaban  no menos ocurre con los de Padròn,que por su sabor y picante son elegidos como el estìmulo de la "chiquita" del vino de las once en bares y cafeterìas.
   Pero se ha dado el caso,que asì como suelo acudir a la tienda para proveerme de artìculos del consumo diario para mi hogar.Cierto dìa incorporè a la lista los pimientos de Padròn.  Y sin olvidarme del expositor del super, cogi una bolsa de: "Pimientos de Padròn". Al depositarla  en mi casa sobre la mesa  compruebo  la procendencia, lo cual ha sido una sorpresa al ver que el producto que yo incorporè a la cesta de la compra, no era autoctono,     sino que habìa sido importado, producido en  el continente vecino.
   Pero fuè otro dìa cuando al dirigirme a una fruterìa, de la cual soy habitual cliente, porque la frutera tiene unas pavìas tan buenas,como las de Beade. Le solicitè   los pimientos de Padròn.   Ella muy complaciente como es su norma,me expuso sobre el mostrador los pimientos de  origen  Padròn. Asì como los de Arnoia, semejantes a los que aquel agricultor del Ribeiro le vendìa a mi padre en los tiempos de mi niñez.Cuando no existìa la "denominaciòn de origen",aunque si lo original.
  Es que ya en este paìs igual te venden los pimientos de Marruecos,como las uvas o peladillos de Chile,porque lo nuestro ya se ha acabado,tanto la fruta,como los repollos y hasta el color de las gentes,que cada vez que acudes a la urbe,la palidez se palpa por todos los costados.Incluyendo la cafeteria que si unos meses ha cerrado por reformas,cuanto la volvieron abrir, el personal era de otro   color.   Porque las dos rubias de antes   se fueron  a  lucir la chaquetilla blanca y moverse con la bandeja  a otra terraza.
   

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