16 ene 2014

UN DIA EN EL RESTAURANTE A PORCONA

FUE POR LOS AÑOS jòvenes cuando una tarde acudi a Pontevedra,para proveerme de mercancìas para mis establecimientos.   Como  otras veces,solìa acompañarme alguno de mis hijos mayores,entonces niños.     Esta vez le habìa corrspondido a Manolo,mi segundo hijo.
   Una vez adquiridas las mercancìas y cargadas en el furgon de la casa,mi hijo sintio apetito de merendar y me pìdio que le adquiriera un  bocadillo.    Nos dirigimos al restaurante     A Porcona,  que se ubicaba en la calle Virgen del Camino.(Donde actualmente permanece cerrado).    Una vez en la mesa,de un aspecto rudimentario,    como eran todas.solicitamos al camarero algunos de los mariscos cocinados del dìa,ya que el establecimiento una de sus preferencias eran los mariscos de la rìa,  a cuya zona      pertenecian  sus propietarios,     originarios de gentes del mar.
   De espaldas a      nuestra  mesa se hallaba un       señor al lado de   la barra,    tomàndose un vino.Cada vez que lo observaba,me llama ta atencion puesto que su mirada solo se dirigia a mi hijo,     fijandose en sus movimientos,  y como saboreaba el manjar de la ria:    Cigalas,mejillones,berberechos,camarones y cuanto se ponia a su alcance.
   Con todo el respeto,se acercò a la mesa aquel señor que tantos nos ojeaba.   Y me pregunta:       ¿El niño es su hijo.   Si le respondì:    Puès con su permiso me va a permitir que le obsequie con una moneda,solo por lo bien que sabe comerse el marisco.
   Entablamos la consiguiente conversaciòn y me preguntò de   donde  eramos.  Al contestarle,  que de Beariz.    Luego me respondiò que  el era ingeniero industrial y de joven habia estado en Beariz,     instalando unas màquinas perforadoras en las minas de Marcofàn,que pertenecìan a la Compañìa Balcobo Belga,   que ostentaba la concesiòn  del coto minero de Marcofàn.
   Prosiguiò la conversaciòn en un ambiente de amistad y luego le  preguntè:  Que si habìa estado en Beariz,seguramente se  alojarìa  en la casa de mis padres.    Respondiendo que se habìa alojado en una fonda recientemente abierta,que pertencìa a un joven matrimonio:    Manuel y Rosa.      Esos eran y son mis padres,fuè mi respuesta,con el agrado de que tal persona hubiera sido uno de los primeros huespedes de la Casa Janeiro.
   Es el recuerdo de un pasado que no se borra,porque algo en la mente se imprime para transmitir a los demàs.Eran aquellos tiempos que   jamàs se repiten,   cuando podìas   acudir a un bar y saborear el rico manjar de nuestras rìas.   Cuando acudìas a la playa y en su arena limpia y brillante,    afloraban berberechos y almejas,que saboreabas al natural.   Cuando el agua despredia el aroma con su frescura que invitaba al baño,a zambullirse sobre el oleaje que refrescaba aquellos limpios arenales,hoy cubiertos en muchos lugares de basura mal  oliente.Eran los años de formar una familia un hogar y un porvenir que te ha brindado lo mejor de tu  vida,hoy pasada;pero ahì ha quedado la huella grabada,como la pisada en aquella erena limpia y los restos  sobre la mesa de aquel marisco de antes,del que ahora ya no hay,porque hasta las aguas de nuestros mares,no son perfumadas como aquellas,    traducidas en inmensas cloacas y los berberechos no se encuentran en los arenales.     Como todo,  mierd......


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