14 jul 2013

SABER NADAR

  CUANDO TENGO la oportunidad de acercarmen al mar,mi gusto es pasear a su lado,aun cuando en verano pise la arena de la playa,como el torero lo hace pisando la  del ruedo,poniendo en pràctica las esencias de la fiesta brava.
  Yo de toros entiendo  algo,  pero de mareas muy poco sin embargo  es preciso conversar con alguno de mar adentro, que poniendo sobre las olas la seguridad de sus costillas,nos trae a la lonja las sardinas o los anguilachos,    para abastecer el mercado.
   Era un atardecer del verano, cuando me hallaba por las orillas de la rìa.   Observo como se  acerca una barcaza  y de pronto,los marineros empiezan a sacudir sus redes para recoger las capturas del  la jornada.Me llama la atenciòn y màs me acerco y al piè de la escalerilla,saludo a un marinero:¿Que tal fuè la jornada?.  La respuesta: Mucha faneca y alguna merlucilla   con algo de sardinas entrecaladas.¿Y como vienes con ese chaleco tan apretado al cuerpo?. Hombre para trabajar. Es incomodo;pero si me caigo al agua me salvo,   porque de lo contrario me tragan las olas.  ¿Entonces no sabes nadar?.¿Y para que ?:           Para tardar màs en ahogarme.         Asi respondiò aquel lobo de mar,sudando la gota gorda cuando recogìa los aparejos.
   Uno se siente perplejo con ciertas experiencias que vas sabiendo.  Resesulta que un marinero de altura no sabe nadar y faena en el interior del oceano. Igual que la oficinista que no sabe manejar la màquina de escribir y se halla al frente de una oficina.Eso me ocrurriò otro dìa cuando tuve necesidad de acudir a una oficina.Me hacìa falta hacer un escrito a màquina y la empleada no sabia de teclas,  aun cuando manejaba el ordenador.
   Lo importante es que se mueva el tinglado.





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